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Luz del Domingo!! (domingo, 08 de septiembre de 2013)

El que no renuncie a sus bienes, no puede ser mi discípulo

El que no renuncie a sus bienes, no puede ser mi discípulo

El amor, clave de solución personal y social.

Jesús se presenta como el primer amor de la vida humana, aún antes de la propia familia, y aún superior al amor que tiene cada uno a sí mismo. Es decir, el amor se entiende como donación de la propia vida al Padre Dios y a las demás personas. Jesús propone superar toda forma de encerramiento en el propio yo, en mis intereses, en mis ambiciones, en mi afán de privilegios. Él es el modelo totalmente abierto al Padre y a los demás, comenzando por los más pobres y pequeños.

La propuesta de Jesús es de total desprendimiento de lo que somos y tenemos. No significa quedarse en la calle sin nada, sino abrir el corazón y las actitudes hacia una real libertad de corazón: “el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”. La vida humana es llenada por esta amplitud de miras, por esta libertad de espíritu.

Sin embargo, muchas veces, “los pensamientos de los mortales son mezquinos y nuestros razonamientos son falibles”. Y entonces construimos la vida y la sociedad sobre la ambición de dinero, de títulos, de poder de mando. Y entonces, la vida va fracasando y nos llenamos de desigualdades, de rivalidades, de corrupción. Dañamos el proyecto de Jesús, en la familia, en la educación, en la economía, en la política, hasta en la sociedad, en la naturaleza.

A la luz de la propuesta de Jesús es que se entiende que en la segunda lectura San Pablo, que está preso, pida a Filemón, dueño de un esclavo que se había escapado de su casa, que lo reciba ya no como esclavo, sino como cristiano, como un hermano suyo. ¡Qué el amor supere aún la diferencia social entre el dueño y el esclavo! Este es el desafío que nos plantea el amor en Cristo: que construyamos el Reino de Dios desde ahora, estableciendo relaciones de hermanos, superando diferencias sociales, rompiendo esquemas entre los que valen y los que no valen. Los primeros ciudadanos del Reino de Dios son los más pobres y necesitados, quienes por amor necesitan reconocimiento.

Cristianos (as), revisemos nuestra vida para descubrir si la sociedad nos arrastra por los caminos de la competencia y del gasto egoísta e individual, o si por el contrario, tenemos despierto el sentido comunitario y el compartir fraterno, según el estilo de Jesús.

 

P. Alberto Henriques, sdb

Septiembre 8 de 2013

XXIII Domingo Ordinario

 

PARA REFLEXIONAR: 8 de septiembre, conmemoración del nacimiento de la Virgen María: “Pidamos a María que en este día de su cumpleaños nos ilumine para crecer en la dimensión del amor de su Hijo Jesús”

Luz del Domingo

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